sábado, 21 de febrero de 2009

¿Por qué hacemos ésta campaña?

Fundamentos


Se trata de un paso importante en la modificación del sistema impositivo injusto que tiene nuestro país, un sistema regresivo donde la mayoría de lo que se recauda viene del IVA, (casi el 30 % del total) que paga la gran mayoría de la población, hasta el más indigente.Por el contrario, el Impuesto a las Ganancias es progresivo y complejo. Progresivo porque no todos pagan igual: mientras más beneficios económicos obtienen las personas o las empresas, más deben pagar. Complejo porque entre otras cosas, no todas las actividades que generan ganancias reciben el mismo trato: existen 4 categorías según se tengan propiedades inmuebles, acciones, títulos, empresas, comercios o salarios o ingresos personales superiores a $7.000 mensuales.A pesar de ser un valioso instrumento del Estado para
redistribuir los ingresos de los sectores de mayores recursos, la recaudación es baja teniendo en cuenta el nivel de desarrollo de nuestro país. No tanto por el porcentaje de lo que se cobra -del 9% hasta un 35% de las ganancias "en limpio" que declaran quienes aportan- sino por la alta evasión (se calcula que ronda el 50%, uno de los impuestos más evadidos) y por las excepciones planteadas en la ley, como es el caso de los jueces, la iglesia, las mineras, o el que referimos, el de la renta financiera. Los principales países desarrollados del mundo cobran impuestos a la renta financiera, incluso EE.UU, Chile y Brasil, países admirados por los liberales que critican la implementación de estas medidas. Amenazan con retiros masivos de los depósitos y con fuga de capitales al exterior, ambas situaciones vividas en reiteradas oportunidades durante todos estos años, gracias a las
garantías para entrar y salir cuando más les convenía que les brindaron personajes como Domingo Cavallo. Con el verso de los capitales que vendrían a invertir, durante más de 30 años los sectores de poder de nuestro país se aseguraron los privilegios necesarios para que la especulación financiera sea una de sus principales formas de acumular ganancias, al mismo tiempo que destruyeron nuestra industria y fuentes de trabajo, vaciaron y achicaron el estado y vendieron nuestras empresas públicas al extranjero. La contracara de esos privilegios está justamente en las generaciones de argentinos y argentinas que a partir de allí nunca más se incorporaron de manera permanente a un empleo formal, ni pudieron garantizar a su familia el acceso a una alimentación y una vivienda digna, ni la salud, ni educación.

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